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DR. JOSE GREGORIO IIER~Al'1JEZ 189 vida de la Cartuja, su promesa de 1906 y sus actuales dis– posiciones son garantías serias en favor de su vocación, por lo que creemos deber favorecerla. Usted empleará los últimos meses que le quedan en romper los lazos que le retienen, y no tema franquear a me– nudo con el pensamiento la distancia que le separa de nues tra piadosa soledad. Recuerde de cuando en cuando que diariamente aquí se ora por usted; y si usted lo quiere así, pediremos juntos a la Madre del cielo y a su glorioso Pa– trono San José -que lo es también del Noviciado de Forne ta- velen sobre usted, sobre todos sus pasos y le dispon– gan todo para que venga con seguridad en el mes de agosto. "Nuestro Reverendo Padre General, que ha recibido su amable carta, confirma la autorización dada, se siente feliz con la idea de contarle muy pronto a usted en el número de sus hijos y le bendice de corazón. "Espera usted algunos consejos y yo me permito darle uno, cuyo alcance apreciará más tarde. Sería bien comen– zar desde ahora a leer algunas obras latinas. Un conoci– miento profundo de la lengua latina es muy útil aun para los estudios a que usted está entregado. "Tenga confianza en la Divina Bondad, que tanto le ama. Trabajemos de acuerdo por la mayor gloria de Dios. No perdamos de vista la recomendación del apóstol: Sive manducatis, sive bibitis, sive aliud quid facitis, omnia in gloriam Dei facite, y esforcémonos a ponerla en práctica. Las horas que no se emplean en glorificar a Dios son perdi– das. Nuestra pobre vida transcurrirá muy pronto, y sin em– bargo, si la consagramos al servicio del Maestro, si la pasa· mos santamente, es suficiente para asegurarnos alegrías que no terminarán nunca. Qué gran prueba de la caridad y de la misericordia del Señor para con nosotros' El hubiera po-

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