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172 DR. J. M. NUÑEZ PONTE que dice Ovidio de las yerbas del curandero: Tantum medi– camina possunt (15). A la fe debemos juntar la esperanza, por la que aguar– damos filialmente confiados las promesas de Dios: ambas con– vertidas de luces en fuerzas, divinizadas, tienen su fuente en la caridad, en el amor divino, que es también un amor aus– tero, amor de voluntad, adicto al sacrificio; amor que explica en las almas el deseo ardiente de la presencia del Señor, la cual tiene su cumbre en la participación sacrosanta de la Eucaristía, "foco céntrico que conserva la vida sobrenatural". como le ha llamado el positivista Taine; cielo del alma aquí abajo que satisface todos nuestros anhelos, en donde toma– mos a Dios, nos ponemos en contacto con El, tenemos la fortuna de hacernos, por un milagro real de amor y de bon– dad suyo, partícipes de la naturaleza divina, divinae con– sortes naturae; dioses mismos, vos et dü estis. Hernández poseía estas virtudes en grado ejemplarísimo, logradas por su oración, por su vida mística, por cierta como infusión deliciosa de santidad y de dicha con que Dios mis– mo se complacía en premiar sus empeños sobrenaturales para allegarse a El, asemejársele, hacerse deiforme, lo cual cons– tituye la necesidad más íntima del hombre. "Si manejáis pol– vos de oro, dice un autor, vuestras manos se pondrán bri– llantes como el oro. Si saturáis de perfume vuestro cabello y vestidos, llevaréis el buen olor por dondequiera. El niño de pecho que no conoce otro alimento sino la leche de su dulce madre, exhala el sano olor de la leche. El hombre que vive en compañía de personas bien educadas, se inclinará naturalmente a reproducir las buenas maneras de ellas. De igual modo, si frecuentáis constantemente a Dios, si vivís con El y os alimentáis de El, si vuestras manos lo tocan e impreg- (15) Metarmorph. VII, I.

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