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168 DR. J. M. NUÑEZ PONTE Para llegar a lo que fué, hubo de templarse al crisol en que se acendran las almas justas y perfectas, las que buscan a Dios, como dice Fray Luis de León, "por el camino que El nos enseña, que es la fe y la caridad, y la verdadera guarda de su ley y consejos" (1 O). Desde niño, al calor de sus pa– dres en quienes, como Santa Teresa en los suyos, no veía sino favor por la virtud, se le pudo observar resueltamente entre– gado a las delicias de la piedad. Prima officia debentur diis, proclamaban los paganos. ¿Qué mucho, pues, que siendo tan religiosos y excelentes, los esposos Hernández-Cisneros enrumbasen el alma de sus hijos por la más pura vía espiri– tual? Desde el amanecer de su puericia, cuando apenas po– día empezar a ejercitar la letra, ya José Gregario copiaba con correctísimo gusto y hacía de ellas un cuadernito de bolsillo, oraciones fáciles y breves para la Misa, que es fama oía ya entonces con suma devoción; y una Novena a honor de la Virgen de la Merced, advocación tradicional de la familia, que él ponía entre sus fervorosas y frecuentes ocupaciones ma– rianas. Ni hay que decir cómo de mozo era modelo en la ora– ción y en el arreglo de la vida íntima; por donde alcanzó aquella imitación angélica, engalanada por los dones y fru– tos del Santo Espíritu, que adereza en el alma un lugarcito, una estancia, un santuario, al decir de Santa Catalina de Sena, como punto de cita para tratar allí con Dios, para co– municarse con El como dos amantes en los más dulces colo– quios, en la más tierna alegría y exultación. Imaginad un hombre de acción, hasta de consejo, un hombre de aspiraciones; si le falta el espíritu de oración, le falta todo, y sus ambiciones y sus palabras y sus movimien– tos, derechos en apariencia, resultarán inanes. "Todo edifi- (10) Cartas a las Religiosas Carmelitas Descalzas del Monasterio de Madrid.

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