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DR. JOSE GREGORIO HERNANDEZ 163 forman: "Hay un cristianismo interior y espiritual que su– giere a la religión su razón de ser y su fin inmanente. Así, no se habrá hecho conocer toda la actividad cristiana, no se habrán descrito sino las exterioridades, no se habrán in– dicado sino efectos desprendidos de su causa, mientras no se haya puesto en claro la fuente escondida donde los hi– jos de Dios alimentan su vida interior" (3). Esa fuente, que la Iglesia conserva fresca e inagotable, donde abrevan y se proveen las almas sedientas de amor y de santidad, y que es necesario tomar en cuenta cuando se examinan las acciones e influencia de un cristiano, se llama la gracia: la gracia, que es la vida, la esencia, el ca– rácter intrínseco de toda virtud, como lo expresa San Pablo: No soy yo, es la gracia de Dios que está conmigo; por ella soy lo que soy (4). No otro es el punto de vista por donde hay que estu– diar a Hernández, para poderle juzgar, para apreciarle, para medir todo el alcance de su ingente y fecunda laboriosidad en el campo de la ciencia y del bien. "Es indudable, ha dicho Monseñor Navarro, que el doctor Hernández aspiraba a una santidad eminente, por el cultivo exquisito de su in– terior y los ejercicios más austeros de la perfección cristi,:x– na". Si se prescinde, pues, de este aspecto, no sólo no se completa, sino que se corre el riesgo de desfigurar, has– ta de falsear la fisonomía espiritual de nuestro insigne bio– grafiado, cuyo nombre colocamos sin titubeo entre los valo– res más puros de la nación y de la raza. La gracia no nos es otorgada para destruír ni aminorar siquiera las preseas ingénitas de nuestro sér, antes más bien (3) d'Hulst: La France chrétienne dans l'Histoire. (4) I a los Corint., XV, 10.
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