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160 DR. J. M. NUÑEZ PONTE la causa y origen de esos sacrificios, de esos abnegamien– tos y heroísmos que parecieran fluir naturalmente en las al– mas que los llevan al cabo, pero que, bien mirados, son de– rivaciones de un manantial cuyas aguas emergen de muy alto, del pozo inexhauriente de la gracia, de la fuente viva de la santidad, que brota en el seno de Dios mismo, que yace allí y de allí corre. Para juzgar a los magnates del mundo, quienes, aunque llenos de debilidades, actuando en el mido, al fragor de los combates, conquistan legítimamente el poder y esclavizan la gloria, como propugnadores de la libertad, del progreso o de la ciencia; que encauzan la corriente de los pueblos, no obstante lisonjear pasiones y perturbar la paz de las almas, de las familias y de las comunidades; que si bien se trans– figuran a la vista de las multitudes exaltadas, son pequeños y aun molestos para los que les rodean y conocen sus fla– quezas; que se hacen súbditos de la ambición en medio de sus triunfos, o se enloquecen por la desconfianza, por el te– mor o por los celos, entre los que se les dicen amigos; que abusan de su genio y de su poderío sacrificando hasta lo más precioso de su espíritu, y terminan a la larga vencidos, derrotados por sí mismos o por la rivalidad, la inconsciencia e ingratitud de los otros: aun para .calificar a estos colosos de que la humanidad se ufana, para penetrar sus pensares, para sorprender las dotes con que han sobresalido, para pon– derar las obras que han refrendado su inmortalidad, es me - nester empinarse no poco sobre el ras de la superficie común. ¿Cómo no se habrá de alzar la consideración para jus– tipreciar a aquellos humildes que de propósito esconden e inmolan sus talentos, satisfechos con ser la sal de la tierra; que no quieren sino vivir retirados e ignorados, mas sin de– jar de trabajar, y esparcen a su rededor con sus plegarias

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