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DR. JOSE GREGORIO HERNANDEZ 155 De igual manera piensa y obra el cristiano, que mira en la lente de la conciencia y reviste con la capa de la fe, para mejor cumplirlas, sus funciones cívicas y patrióticas. Por aquí se nos muestra Hernández también con una do– ble misión, patriótica y cristiana, tamizando, si se puede decir, las costumbres, poniendo en manos de la bizarra juventud el escudo de la verdad, enseñándola objetivamente una regla de conducta, como aplicación de la religión y de la filosofía a las realidades de la vida práctica, para hermosear el papel del ciudadano. En unos capítulos inéditos que titula: La Política, y aun– que extraño al arte, Hernández tiene muy atinadas aprecia– ciones sobre nuestros gobiernos, sobre las condiciones gober– nablP-s de los pueblos católicos, sobre las glorias de una ad– ministración previsora, sobre las necesidades de la instruc– ción, sobre la amistad y la harmonía de las naciones hispano– americanas y con la España misma por los vínculos de raza y religión, y dice: "Entre las naciones europeas, nuestros intereses están en tener siempre una estrecha, firme y franca amistad con Espa– ña, porque ella nos dió con sus hijos el sér que tenemos en primer lugar, y también porque nos da un contingente de in– migración muy importante para nosotros. Ninguna inmigra– ción conviene tanto en Venezuela como la española, tanto la peninsular como la insular de Canarias. Unos y otros se nos asimilan de tal manera, haciéndose venezolanos de tal suer– te, que me ha sucedido tener trato frecuente con personas a quienes creía nacionales, y después he venido a saber que son de islas. En la inmensa mayoría de los que se hacen ha– bitantes de nuestro País, los españoles e isleños son trabaja– dores, económicos, industriosos, de costumbres puras, cristia– nos verdaderos, sanos y fuertes físicamente y dignos de toda
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