BCCCAP00000000000000000000963

DR. JOSE GREGORIO HERNANDEZ 153 familia y de la patria. El mismo, a su regreso, en la prime– ra visita de los estudiantes les dijo: "Al irme como lo hice, su– frí mucho; y al decirles a ustedes "hasta mañana", no lo re– velaba, pero tenía el corazón despedazado". En su segundo viaje tocó hacerle compañía a su piadosísima hermana, la señora Isolina Hernández de Carvallo, quien recogió las pe - nas y tristezas de aquella inmolación, para ofrecerlas en ho– locausto junto con su hermano sobre las aras del Amor. En– tonces como después, la fervorosa dama se conmovía ante el sentido espectáculo del silencio místico que de cuando en cuando practicaba Hernández. Una vez, atormentada ya por lo que creía larga melancolía de enfermedad o acaso de dis– gusto, se atrevió a preguntarle qué le apenaba, pues estaba como mudo durante algunos días, y a su instancia, no recibió sino esta persuasiva contestación: "Yo te quiero mucho!" Y el silencio y la contemplación no se interrumpieron. La manera de separarse Hernández en dicho segundo via– je, la encontramos relatada en el Elogio que nos ha compla– cido citar del doctor Villegos Ruiz, en estos términos: "En agosto de 1913, encontrándome en Burdeos, de regre– so para Venezuela, una tarde luí gratamente sorprendido al ver al doctor Hernández salir de la Gare Saint-Jean, a donde acababa de llegar de París y en su segundo viaje a la Car– tuja de Lucca. Lo acompañaba en esta vez su hermana muy amada, doña Isolina de Carvallo, quien de él iba a separar– se en aquel puerto para regresar a América. Mi encuentro fué para Hernández motivo de intensa satisfacción, pues su hermana ya tendría, con mi esposa y conmigo, compañeros de viaje, y no regresaría tan sola como él tanto temía. Jamás olvidaré la escena de la separación, el día siguiente, en la Gare Medoc, desde donde iba a llevarnos el tren hasta Pauillac, al costado del trasatlántico que nos esperaba para

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz