BCCCAP00000000000000000000963

DR. JOSE GREGORIO HERNANDEZ 149 nes paternales. Residenciado en Caracas, concretado al pro– fesorato de sus cátedras y al servicio de sus enfermos, fue trayendo paulatinamente a su lado a su virtuosa tía pater– na, de quien dice el libro genealógico que su vida fue de ab– negación para con la familia, habiéndose constituído en ma– dre de todos los huérfanos de ella; a los hermanos solteros, a los casados con sus consortes e hijos, a la honorable ma– drastra con los suyos; a todos los cuales prodigó atenciones y celo de padre solícito y amoroso, sufragando los gastos de su estancia en esta ciudad. Aquéllos que estaban en edad escolar, fueron instruídos y sostenidos a sus expensas, y de igual modo los que siguieron estudios y coronaron exitosa– mente la carrera. Hernández granjeó así títulos de acreen– cia a las alabanzas de la patria; y parecerían increíbles la severidad y listeza con que él se daba cuenta de sus gra– tuitas responsiones, como las diligencias y ternuras con que solía custodiar a aquellos sus hijos de adopción, informar– se de sus adelantamientos, de los ínfimos pormenores de su cultura, de su subsistencia, de sus enfermedades; y no per– día ocasión para suministrarles el consejo adecuado y afir– marlos en la senda del deber y la virtud. Cuántas veces sentiríase oprimido por la pesadumbre que se había echado a cuestas! No más, acudía a Aquél que es foco de iluminación y fortaleza, y recordaría las pa– labras de Sylvain: "No vives al acaso en ese estado de for– tuna y de salud, en esa casa que habitas, con esas perso– nas que te rodean, sometido a ese trabajo que te cansa, que te aplasta con su prolongación, con sus dificultades, y so– bre todo con su responsabilidad" (4). Pues templado para la caridad, y rectamente ordenado en su conducta, la ejer– ció imperturbable con los suyos, sin hacerla sentir cual tela (4) Abate Sylvain. Pepitas de Oro.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz