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148 DR• .T. M. NUÑEZ PONTE a cada paso, los sacrificios de todos los días, las intimidades de las almas; en una palabra, la educación irremplazable de que es teatro único el hogar: he ahí el germen de las magnas virtudes que van a constituir mañana una porc1on del honor, de los blasones y de la prosperidad de la Patria. Vástago de una prosapia integérrima y preclara, el doc– tor Hernández aspiraba naturalmente a que, una vez des– aparecido su cristiano y digno padre, por motivo alguno se deslustrasen ni extinguiesen los limpios pergaminos de su noble y esclarida gente (3); por lo cual al volver de Europa, dueño de un todo de su suerte, rozagante de juventud e in– teligencia, flor y nata de su distinguido linaje, sonreído por la fortuna merced a su indiscutible competencia, y acaso pen– sando en la deuda contraída con el autor de sus días, que le había señalado una ruta cierta y brillantísima, quiso co– rresponderle reemplazándole, y recoger su herencia, toman– do sobre sí, primicerio para el deber y el sacrificio, la car– ga, solamente la carga, de las recias y tremendas funcio- (3) "Te mando un cuadro en que están los escudos de las fami– lias. un libro en que está la historia de nuestra familia. . . y lo leas con todos para que sepan las virtudes y el noble origen de sus ante– pasados ... "- Carta a su hermano don César, de Madrid, a 16 de julio de 1917. - El mencionado libro contiene la certificación de genea– logía, nobleza y blasones de las familias Hernández y Cisneros, descen– dientes de casas muy remotas e ilustres por su hidalguía, sus hazañas y privilegios, como también los de sus enlaces o alianzas; certificación expedida en Madrid por don Félix de Rújula, etc., etc., Decano de los Cronistas Reyes de Armas de Su Majestad Católica, mediante la vista y campulsión de los documentos auténticos y correspondientes archivos, de relaciones justificadas y noticias tradicionales exactas, legalizadas por el Consulado de la República, y a pedimento del doctor Hernández, para perpetuar la buena memoria de sus antepasados, que se establecieron en Venezuela con gran lustre y estimación, y en quie– nes la nobleza de la cuna estaba realzada por las virtudes de que siempre dieron ejemplo y por lo celosos que fueron en su adhesión a los preceptos de la santa fe católica.