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126 DR. J. M. NUÑEZ PONTE samiento y del universo. La Filosofía trabaja sobre la rea– lidad concreta, "es el único estudio orientado hacia la rea• lidad misma", -ha dicho Fouillée,- el más positivo de suyo y capaz de producir certeza absoluta. La Filosofía es quien, dentro de los extremos de la razón, responde seria y formal– mente a las cuestiones que el hombre, inquieto como ante enigmas, no puede menos de plantearse respecto a su ori– gen, su esencia, sus fines y destino: para no traicionar la causa de la humanidad, a ella le toca hablar cuando todo lo demás calla; y las otras ciencias, como dice Wundt, "no pueden sino engendrar cuestiones esencialmente filosóficas". Por lo cual es muy justo pensar, con Claudia Bernard, que la filosofía es la que impulsa y estimula al pensamiento cien– tífico en su saludable movimiento vivificador y le mantiene el fuego sagrado de la investigación. Ella es, -había dicho Aristóteles,- "la más divina de las ciencias y los dioses pu– dieran envidiársela a los mortales, si fueran accesibles a un sentimiento de celos". Todas estas ideas que nos hace concebir el luminoso compendio de Hernández, nos inducen a alertar la juventud, la cual, dice Pictet, "tocada de gangrena intelectual, ener– vada en su savia la conciencia de su individualidad activa, ni cree ya en sí misma" (13); para que, volviendo cara por su bien, sin renegar de los progresos del siglo, mire con me– jor ojo a un estudio que es la vida y reserva de todo saber, la verdadera norma mental, la antorcha que guía al enten– dimiento y lo libra del fracaso en los tenebrosos cotaclismos que a veces lo sacuden y amenazan. Hay que ser muy explícitoG y definidos, decir la verdad sin ambajes, sobre todo cuando se trata de orientar a la ju- (13) Raoul Pictet, Etude critique du Matérialisme et du Spiritualis– me par la Physique Expérimentale.

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