BCCCAP00000000000000000000946

235 escogidos, y me parece casi una temeridad el esperarla. Pero ni tengo de qué consolarme, sino pensando que, todo el que se salva, es sólo por la misericordia de . Dios, Si, pues, debo yo siempre esperar en la miseri– cordia divina, siempre también tengo de esperar el Paraíso. Yo quiero también glorificar ta divina mise- . ricordia cuanto sé ·y puedo, con mi esperanza y con la correspondencia a sus gracias: así glorificándola yo en este mundo, me glorificará Dios por toda la eter– nidad. No basta haber dejado el mundo, sino que es nece• sario vivir despegado de él y no tener afición a cosa alguna de la tierra, ni aun a sí mismo, buscando pura– mente a Dios, pospuesto todo propio interés. ¿Cómo puede una criatura, ¡oh Dios mío!, llegar a este grado de pureza? No menos se requiere que una gracia extra– ordinaria, y yo me siento con ánimo para esperarla. Siempre hay peligro de tener afecto desordenado al lugar y empleo que se deja con pena y en el que se está y se ocupa con más gusto que en otras cosas. Con· viene, por tanto, que yo vele sobre este punto, porque una pequeña afición puede ser impedimento de un diluvio de gracias que Dios estaría dispuesto a en– viarme. La magnificencia de Dios no puede hacer cosa más grande ni más hermosa que et Paraíso: y su misericor• dia no puede tampoco hacer cosa más excelsa que dar el Paraíso a un pecador tan miserable como soy yo, Dos portentos de l ..a divina grandeza entran en mi eterna salud, y yo me gozo de mi estado de no poder merecer por mí el Paraíso, a fin de estar obligado eter-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz