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éste? El Paraíso; es decir, un lugar, en el cual tienen cuerpo y alma el cúmulo de todos los bienes, santidad, hermosura, honra, placer, sabiduría, poder, gozo.sobre cuanto puede desear o imaginar un corazón humano; y allí no se halla, ni puede entrar mal alguno: no el ham• bre ni la sed, no el calor ni el frío, no los dolores ni deshonras, no tristeza, ni pobreza, ni pensamiento al– guno que pueda ocasionar fastidio o molestia. El Pa– raíso es la casa de Dios en donde su Majestad hace que resplandezca toda su grandeza, magnificencia y bondad. ¡Qué no puede un Dios omnipotente e infinito! No puede hacer ni más, ni mejor que el Paraíso. Este Paraíso ¿para qué fin fué hecho? ¿Y a quién está prometido? Yo debo creer de fe, como artículo cierto, seguro e infalible, que está aparejado para mí, y que se me ha prometido con esta sola condición, que yo trate de servir a Dios de corazón, durante mi vida aquí en la tierra. Los ángeles y los santos me esperan; y todos los hombres con todos los demonios juntamente no pueden impedir en manera alguna, que yo llegue a poseerla, y a esa feliz posesión me voy acercando cada día más, según que de día en día se va acabando mi vida. ¡Oh! ¿Cómo es posible creer estas cosas, y no trabajar en el servicio de Dios con fervor incansable? Detesta, pues, ahora tu tibieza pasada, y advierte que sólo es producida por no considerar ni sentir con apre• hensión vivísima aquella inmensa gloria; y por tanto, cuanto más te fuere posible, procura imprimir en tu espíritu el pensamiento del Paraíso.