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2I9 precipitación, sin premeditar las cosas, singularmente las '.que tocan a tu oficio ... Si confías tanto de ti mismo, que no tomas consejos de personas sabias y de maduro juicio... Si en el hablar, y mucho más en el escribir cartas, no usas la debida cautela ... Si eres fácil en creer lo que oyes, y pronto en referir lo que has creído ... Si eres pertinaz en sustentar tu opi– nión, aun después de haber conocido tu engaño... Me– terse fácilmente en compromisos, y, una vez metido, no pensar en salir de ellos, sino en sostenerlos... Si das consejos, que pueden ocasionar arrepentimiento al que los recibe... Si deliberas en tus negocios, mientras te domina la pasión. Todo esto es imprudencia, de lo cual debes proponer enmendarte. A vergiiénzate final· mente de que los seculares sean más industriosos para conseguir sus fines en las cosas terrenas, que tú por tu último fin, que es servir a Dios, y merecer la eterna gloria. La fortaleza es una virtud que da valor al alma para superar las molestias y dificultades que se encuentran en la práctica del bien. Es muy necesaria al Religioso, para proseguir su curso en el camino de la perfección, que está sembrado de cruces, y para llegar al reino de los cielos, que no se conquista sin esfuerzo. Por lo cual te examinarás, si eres p-ronto en resistir las ten~ taciones, sufrir las sequedades espirituales, refrenar el ímpetu de las pasiones, peleando principalmente contra aquella que más nos domina... Si en las adver– sidades que te acontecen te dejas llevar de la tristeza, dando señales aun externas .. Cómo toleras las moles– tias de la naturaleza, calor, frío, sueño, enfermedades,

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