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218 llegar a un fin honesto que nos hayamos propuesto; y en orden a esta virtud: , Examínate lo primero, si te aplicas a saber; discernir aquello que te puede ayudar en el servicio de Dios, de aquello que puede impedírtelo... Si aquellas cosas que la Religión te propone en concepto de medios para servir a Dios, como son, el estudio, la predicación, la recreación, y demás oficios, verdaderamente las enca– minas a este objeto, o bien te mueves por otro fin tem– poral... Si investigas cuáles son los medios eficaces para vencer tu dominante pasión y enmendar tus de– fectos, y conseguir aquella virtud, de la cual tienes mayor necesidad... Por más que digas que te propones corregir tal defecto y adquirir tal virtud, ¿cómo es po– sible, si no tienes prudencia para poner en ejecución los medios? La prudencia enseña atender al estudio más conveniente a tu estado de Religioso, de sacer– dote, de confesor, de predicador; y es imprudencia estudiar cosas ociosas, que ni sirven a tu provecho, ni al de los demás... La prudencia mundana, que busca la vanidad con doblez, debe ser despreciada... La pru– dencia natural, que insiste en la conservación del cuer– po y del buen nombre exterior, debe ser mortificada. La prudencia sobrenatural, que atiende a la dirección del alma, debe ser sumamente apreciada ... Esta es la consejera de todas las otras virtudes, que las contiene con discreción en un justo medio, para que no vengan a dar en los extremos; mira, pues, si en la práctica, eres discreto en tus virtudes y empleos. Si piensas y andas más solícito por las cosas tempo· rales, que por las eternas... Si obras al acaso, o con

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