BCCCAP00000000000000000000946
206 vida; todos vamos a un mismo coro, a un mismo refec– torio; y lo que hace que sea un Religioso más o menos perfecto no es ciertamente sino el obrar con el interior. Así como entre las estrellas hay unas que resplandecen más que otras, así entre los Religiosos de una misma Religión hay unos que sobresalen sobre todos los demás en santidad, aunque no hagan más abstinencias ni más oración que los otros. Si queremos investigar la razón de esto, hallaremos no haber otra que el acom– pañar con el interior todas sus operaciones exteriores, de tal modo, que todo ademán del cuerpo tiene corres– pondencia con los movimientos del alma, y van unidas con una mejor intención todas sus acciones. El hace la vida ordinaria y común; pero la hace de una manera extraordinaria, que no es común a todos: Si hace ora– ción, si se recrea, si come, si lleva la cruz en las ocasiones; no hace esto por costumbre, no por necesi– dad, no por respeto humano, no por capricho o por genio, sino únicamente por amor de Dios, comprobado por sus buenísimas intenciones. De aquí es que adelanta en las virtudes maravillosamente; porque no consiste la perfección en obrar mucho exteriormente, sino en dirigir con excelencia las intenciones del corazón. ¡Oh, quién pudiese comprender todo el mérito de las operaciones interiores! ¡Quién pudiese ver cuán glorio– sas y agradables le son a Dios! Porque en substancia, no es otra cosa sino el corazón pronto, sincero y dili– gente, quien realza y califica la obra. Antorcha de tu cuerpo es tu mirar (l), dice Jesucristo; tales son (r) Lucerna corporis titi est oculits tw11s. (Matth., 6-22.)
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz