BCCCAP00000000000000000000946

202 de naturaleza y de gracia, debiese producir frutos tan amargos y dolorosos para el Hijo de Dios! Y con todo es así. Mis pecados han ocasionado mayor dolor a su delicadísima cabeza, que todas las espinas de aquella atroz corona; pero me arrepiento de ellos, ¡oh Señor y Dios mío!, y con vuestra gracia~ que imploro con ins– tancia, os prometo de hoy en adelante ser cauto en resistir a todo mal pensamiento. Si fuí negligente y malicioso en lo pasado, no quiero ya serlo más. Me armaré de santos pensamientos para no dar ya más lugar a los profanos. PUNTO II La corona que los judíos le pusieron en la cabeza, no fué solamente corona de dolores, sino también de igno– minias, con la cual quisieron declararle por Rey fingido y de burlas, atormentándole y deshonrándole a un mismo tiempo; pero así como Jesús con invencible pa– ciencia sufrió el dolor, así también con humillación indecible toleró la ignominia. ¿Y qué deberé yo hacer a vista de semejante espectáculo? Jesús mío, yo os adoro, y os reconozco por mi Rey en este estado de dolores y oprobios, y os confieso por el más santo de los hombres y por el más grande de todos los reyes. Vos sois mi cabeza; y yo, aunque indignísima criatura, soy vuestro miembro. Me glorío de ser miembro de una cabeza coronada de espinas; y cuanto en esto me glorio, otro tanto me confundo al reflexionar que, bajo una cabeza tan dolorida, yo amo, deseo y busco los placeres. ¡Oh!, ¿cómo puedo yo pre-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz