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blanco", es decir, en un papel donde, según parece, no había nada escrito; pero en el cual cualquier cosa se podía escribir. .. lndudablemene en este pequeño drama Conchita no tuvo mucho de heroína; pero ¿qué decir del pro– ceder de quienes estaban allí para servir a la verdad y a la justicia? Se tenía previsto retener largamente a la niña en Santander -y a ella no le hubiera desagradado-, pero su madre Aniceta, que confiadamente se había vuelto pronto al pueblo dejando a la hija "en buenas manos", retornó imprevistamente de allá, a los ocho días, para llevársela. Tenía pleno derecho a hacerlo, y nadie se lo pudo impedir. Así acabó aquel extraño episodio, que fue sin duda el primer punto oscuro y con embrollo en el "devenir", por tantos motivos luminoso, de las costas de Gara– bandal. El otro hecho importante de estos finales de julio ocurrió durante la estancia de Conchita en .Santander. Y ya hemos dicho que. fue la primera subida a Gara– bandal de los hermanos jesuitas PP. Ramón y l.uis Mª /\ndrcu. Era el 29 de julio, que había de resultar uno de los días de Garabandal mús ricos en cosas y pormenores interesantes. Su relato puede verse en mi citado libro "Se fue con prisas a la Montaña", cap. VI 11, púgs. 139-146. Aquí, por exigencias de brevedad, quiero refe- 50

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