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La inauguración solemne del Concilio estaba seña– lada para el 11 de octubre, fiesta -entonces-- de la Maternidad de María. No sé si la noche precedente dormiría mucho quien había convocado aquella magna congregación ecumé– nica, el Papa Juan XXIII. Tenía puesta en ella inmen– sas ilusiones y esperanzas... En Garabandal sí hubo esa noche "vela". "En vela la pasé yo totalmente -escribe el Cura de Barro, D. José Ramón G. de la Riva- en casa de Conchita. Aquel mismo día, l O de octubre, había apa– recido en la prensa la Nota del Sr. Obispo.'.. "Yo había acudido esta vez a Garabandal con el embajador de España en la Arabia Saudí, D. Alberto Mestas, feliwés mío. "Por entretener de algún modo la larga vela, nos pusimos al juego de preguntas...; y Conchita, en un momento dado, lanzó ésta:"A ver quién acierta la hora en que va a venir la Virgen". Todos fueron dando su hora ... y todas esas horas fueron quedando atrús ...; y todos los presentes, dormidos (inclus.o algunos se mar– charon). "Yo me comprometí a seguir despierto, para avisar a todos cuando llegara e[ éxtasis. l.a verdad es que a mí esa noche no me llegaba el sueño; y tenia la persuasión de que no habría éxtasis hasta las8 de la mañana, hora señalada para la ceremonia de apertura deJ Concilio; y así lo dije pronto a todos. 198
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