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SANTA MARGARITA DE CORTONA 145 sura luego fué proverbial en Laviano y en todos sus alrededores. Ella lo conoció pronto y procuró realzar por todos los medios a su alcance las gracias natura- 1es de su cuerpo. Cuando fué jovencita comenzó a pen– sar en lo que toda mujer cavila a esa edad: aparecer hermosa a los ojos de los hombres. Se miraba al es– pejo con frecuencia y, al verse tan hermosa y tan po– bre, se dejaba llevar de la tristeza más enervante. Un día apareció Margarita llorando ante su padre. El creyó adivinar la causa. -¿ Te acuerdas de tu pobre madre? ¡ Era tan bue– na l... Si ella viviese no estarías tan atareada y ütn agobiada ... Comprendo que para una joven de tu edad esto es demasiado, pero, ¿ qué quieres que haga ? En casa de los pobres son frecuentes estas contrariedades... Margarita callaba y sufría en silencio. Su padre~ al verla así, trató de buscar una solución y no se fe ocurrió otra que contraer nuevas nupcias. ¡ Ojalá no 1o hubiera hecho nunca !... El día de la boda de su padre, Margarita experi– mentó una de las mayores tristezas de su vida. La nueva madre no era como la muerta. La madrastra, celosa de la hermosura de su entenada, no cesaba de echarla en cara su vanidad y hasta tal punto afiigía a la desgraciada joven, que el padre tuvo que llamarle 1a atención. Fúé el remedio peor que la enfermedad. La madrastra se exacerbó de tal manera que se pro- 10
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