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SANTA MARGARITA DE CORTONA 143 a dos individuos que él conocí; muy bien. El joven lo comprendió todo en un momento ... Se entabló la lu– cha, hubo un forcejeo desesperado y el amante de Margarita cayó al suelo cosido a puñaladas y anegado en su propia sangre ... ¡ Los asesinos se habían ven– gado! Sobre el cadáver echaron unas ramas secas y huyeron. También huyeron los lebreles y la hermosa perrita, que fué la que primero llegó al castillo. Mar– garita esperaba impaciente al amante; le parecía que tardaba mucho. ¿, Le habrá sucedido algo?, pensaba. Y cuando .más distraída estaba con este pensamie•n.;., to oyó un ruklo como de arañazos. Sobresaltada, fué a abrir la puerta y se encontró con la perrita que la niiraba tristemente: Margarita presintió una desgrada, E! ani¡nalito no dejaba de ladrar y, asiendo a la joveri por el vestido, parecía decirla: Sígueme. Por una puerta secreta del castillo salió Margari– ta detrás del fiel animal. l:Jna nube cegaba sus ojos y un peso oprimía su cornzón. Su imaginación de mu– jer enamorada comenzó a representarse lo más ho– rroroso., Llegó al monte de Petrignano ; por entre bre N y zarzales fué andando detrás de la perrita, .q~:;<!>?>MJ!•""·=sl abandonaba la orla del vestido de su ama. De el animalito se detuvo ante un montón de ranla.':',,:151e~1s::· y comenzó a aullar tristemente. Margarita, da, con los labios temblorosos, pálida coni
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