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142 ESTRELLAS EN EL CIELO Pero ~fargarita no era feliz en medio de aquellos placeres... Cierto día el amante la preguntó: -¿ Por qué estás triste? -Si n.o estoy triste-repuso ella, tratando de disi- mular. ~¿ Te falta algo ?-insistió el joven. ~No me falta nada; eres muy espléndido con– migo... -Tu sonrisa no es sincera y tu mirar está cargado de tristeza desde hace algún tiempo... -No pienses así; me molestas con esa forma de hablar... Ya sabes tú cómo somos las mujeres ... ¡ Todo lo arreglamos con llorar !... -Te conviene distraerte... Ven hoy conmigo de caza ... Quiero que veas mi destreza ... -Prefiero saberlo de tus labios cuando vuelvas... Aquella misma tarde salió el amante con sus me– jores lebreles y una hermosa perrita con la que Mar– garita solía pasar ratos muy entretenidos. Desde una de las almenas del castillo Margarita siguió a su aman– te hasta que le vió desaparecer entre la espesura del bosque de Petrignano. Los perros olfateaban la caza y el joven seguía entusiasmado la huella que le iban marcando sus fieles compañeros... De pronto, entre unas ramas sintió un movimiento extraño... Se para– ron los lebreles y el señor de Montepulciano vi6 salir

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