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134 ESTRELLAS EN EL CIELO -Mañana, sin falta-les dijo-, tengo que ir a la iglesia parroquial para tomar el hábito de terciaria fran– ciscana, según me lo acaba de comunicar la Santísima Virgen. -¿ Tú a la iglesia ?-replicó su madre, que creyó en una manifestación de locura. -Sí-repuso Rosa-. La Reina del Cielo me ha dado la salud que néCesito para obedecer su mandato. -¿ Y dónde tenemos nosotros ese hábito de que hablas? -¡ Qué pequeña es vuestra fe !-contestó Rosa-. ¿ Acaso la Reina del Cielo no ha de tener en su mano un pobre hábito franciscano? Id a mi celda y debajo del madero que me sirve de almohada encontraréis el hábito que necesito. Corrió la madre y debajo del cabezal encontró un hábito franciscano. · En la parroquia la esperaba el sacerdote que había de oficiar en tan conmovedora ceremonia. Rosa se des– pojó con valentía de los vestidos seglares, se dejó cor– tar su hermosa cabellera y se vistió con el humilde y burdo sayal franciscano. Tenía a la sazón Rosa nueve años. Su corazón estaba satisfecho. Lo que no había conseguido en Santa María de las Rosas lo tenía ahora, perteneciendo a la Orden Tercera de San Francisco. Un día, cuando sus deseos de sufrir eran más ar– dientes, \'iÓ Ros.'.l entre resplandores la imagen de Jé-

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