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SANTA ROSA DE VITERBO 133 rostro se transfiguraba conio el de un serafín; sus ojos brillaban extraordinariamente, y en medio de aquel su– blime éxtasis oyeron que decía claramente : «Rogue– mos a nuestro Señor para que conceda al Rey de Frari– cia el poder y el valor suficiente para poder vencer a sus enemigos ... n To.dos cayeron de rodillas al oír semejantes pala– bras y pidieron por la. intención que acababa de indicar la santa niña. Pasadas algunas horas, Rosa volvió en sí de su éxtasis y comenzó a llorar de alegría. Un me.s más tarde se enteraron en Viterbo que en el mismo mo– mento en que Rosa había pedido oraciones por el Rey de Francia estaba éste empeñado en una cruel batalla alas puertas mismas de la ciudad de Damieta, siri atre– verse a dar el definitivo asalto a la ciudad, hasta que las oraciones de Rosa le forzaron a emprender tan de– licada empresa. Cuando la santa niña comenzó a llorar de alegría, Luis IX entraba victorioso en la codiciada ciudad. Otro día fué la Madre de Dios la que se le a:pare– ció rodeada de ángeles. La visita celestial fué brevísi– ma, pero lo suficiente para que Rosa quedase curada de todas sus enfermedades. Terminada la visita mis– teriosa, Rosa se acercó a sus padres y les dijo estas pa– labras, que a ellos, ignorantes de lo que había sucedido, les preocuparon grandemente, pues conocían el estado delícado de su hija :
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