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BEATA IMELD1\ 12r sentir sobre su lengua la Santa Hostia cruzó los brazos dulcemente, cerró los ojos y cayó al suelo. ¡ Había muerto ! Su Primera Comunión fué también su Viáti– co. Cual feliz maripÓsa acababa de morir consumida por el fuego divino del amor a la Eucaristía. Era el 12 de mayo del año 1333. En el jardín del monasterio de Valdepiedra brotaban las primeras azu– cenas, y en la iglesia, junto al altar mayor, languidecía de amor eucarístico otra azucena más bella: Imelda Lambertini. Si quieres, amada lectora, ser como Imelda, da lu– gar preferente en tu corazón al amor a la Eucaristía, y ten la seguridad que éste será el mejor camino para ser fiel a Dios y c:onservar el lirio de tu pureza. ·
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