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94 SJLVERlO DE ZORITA Pedro se :frotó los ojos, temeroso de ser objeto de una ilusión; pero su sorpresa creció de punto cuando yió a dos venerables personajes que hablaban con Jesús. Puso oído atento y pudo deducir de la conversación que uno de ellos era el profeta Elías y el otro el gran caudillo del pue– ñlo de Dios, Moisés. Hablaban de la muerte que Jesús ha– bía de padecer en Jerusalén. Pedro, al oír aquello, s~ entristeció. Le horrorizó :vol– ver a oír hablar de tema tán desagradable, y más a aque– llos santos personajes y en aquella ocasión tan solem:Qe y glo1:1osa. .. .. · Temiendo no se le :fuese de entre -las manos tan encan– tadora visión, dijo a Jesús, en tono suplicante : --Maestro, ·¡ qué bien .estamos aquí!: Si quieres; hare– mos tres tiendas : una para Ti, otra para Elías y otra para Moisés. No había terminado t.an generosa proposicion, cuando una nube resplandeciente cub.rió a Jesús y a sus dos acom– pañantes, y del interior de la nube :brotó una voz, como un tm_eno, que dijo así : __;Este es mi Hijo inuy amado, en quien ,tengo todas mis complacencias; escuchadle. Los tres apóstoles quedaron en tierra· como muertos. ¿ Cuánto tiempo duró la maravillosa escena? Ninguno de los tres afortunados videntes supo medirlo, y sólo :vol".' vieron en· eí cuando JelilÚS, posando suavemente su mano sobre ellos, lea dijo cariñosamente : -Levantaos, no temáis. La sÓrpresa de los tres apóstoles :fué enorme. Al abrir los ojos· sólo vieron a · J esñs, que, tranquilamente, lee indi-– có qu~ había que desc~nder del_ monte. Én el camino les hizo esta reéomendac;ilón: :·
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