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B A J O E L A N I L L O D E L P E S C A D O R 39:,, fas), y sobre esta Piedra (Kefas) edificaré mi Iglesia y las, 1 puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los - cielos, y c_uanto atares en la tie- • rra será atado en el cielo, y cuanLo desata1·es en la tierra,.. será desatado en el cielo. Pedro quedó asombrado al oír aquellas palabras. La confesión que él acababa de hacer le :ponía ante una reali– dad inconcusa; el cielo se la había :revelado. La carne y la sangre, es decir, los hombres, no habían podido ser. Y en– premio a su sinceridad, Jesús le constituía fundamento y· piedra de un edificio que se llamaría Iglesia. Pedro vió en lontananza dos sociedades contrarias entre sí : una, fa· Iglesia, de la cual él había de ser jefe; otra, el infierno,. contra el cual tendría que luchar. Pero la :victoria sería· de él y de sus huestes. Las puertas del infierno quedarían hechas pedazos ante la Iglesia por él ,presidida. Las llaves del reino de la Iglesia estaban desde aquel momento en sus manos; la potestad judicial de atar y· des• atar las conciencias de sus súbditos quedaba sometida a SU' criterio y a su juicio. Pensó en todo· esto, y no pudo me" nos de maravillarse. Los otros apóstoles miraron a Pedro con envidia, 'pU('Jól, la idea del reinado mesiánico acudió a su imaginación. Ellos no quedarían al margen; recibirían algo también., Judas Iscariote acarició la bolsa del dinero y se 1·egodeó · <ion el pensamiento de que, no tardando mucho, sería er administrador único de los fabulosos tesoros del reino me- • siánico. * * * Pero cuando mas felices se las prometían, una frase de··· J esúa vino a sembrar en. ellos la tristeza y la decepción :

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