BCCCAP00000000000000000000913

78 SILVERIO DE ZORIT.11 padre afligido. E:ra tanta la gente que seguía a Jesús, que le oprimía materialmente y apenas le dejaba andar. Entre la 'multitud iba una ·pobre mujer que hacía doce años padecía l-Í.n :flujo de sangre. Todo su cai_pital lo habfa gastado en médicos y no había mejorado, antes al contra– rio, se encontraba peor. Vió a Jesús y la impresionó gran– demente. Todo lo que había oído contar de él le }>areció en aquel momento tan cierto, que en su mente abrigó la esperanza de ser curada. Sólo con decírselo le conmove– ría, pero _¿ cómo manifestar su vergonzosa enfermedad de– lante de todos? Y encontrarse a solas con él le parecía im– posible, y menos en aquella ocasión. De pronto, una iden. feliz cn1zó poi: su mente. Se acercó todo lo que pudo a Jesús, dispuesta a tocar la orla del :vestido. Ella sabía que nadie la vería, pues era mucha la aglomeración. En su interior sintió entonces la voz de su conciencia, que le decía insistentemente: ccMira que eres impura, mira que la ley de Moisés te prohibe tocar nada, y ¿ tú te vas a atrever a tocar el vestido de ese hombre extraordinario?)) Pero la fe y el deseo de recuperar la salud pudieron más que la voz interior que le recordaba un precepto es– trictamente legal. Se acercó, pues, a Jesús, extendió la mano temblando y tocó la orla del vestido del Maestro. Al instante notó que su enfermedad había desa 1 parecido. Loca de contento siguió a Jesús. ¡Nadie se había enterado de su acción! ¡Ya podía vivir y disfrutar de aquella salud tan milagrosamente recuperada! En aquel momento Jesús, volviéndose a los que le se– guían, preguntó : -¿ Quién me ha tocado? -Maestro-le di_jo entonces Pedro-, te están oprimien-.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz