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BAJO EL ANILLO DEL PESCADOR 77 r:barcas y se dispusie;rnn a hacer de nuevo la travesía del lago, esta vez con m11s tranquilidad, pues el día era esplén– ,dido y el ansía de verse de nue:vo en Cafarnaún les ilusio– ':naha grandemente. -Sube, Maestro-dijo Pedro. Jesús subió inmediatamente; las barcas comenzaron a 0 .moverse al compás de los remos. El viaje fué tranquilo, ·y durante él Jesús les fué narrando algunas parábolas. *** Cuando llegaron a la orilla o>puesta vieron que una :multitud inmensa les estaba esperando. Jesús bajó el pri– ,mero de la barca y, apenas puso pie en tierra, salió de •-entre la multitud un hombre llorando. Su porte era dis– tinguido; se llamaba Jairo y era jefe de la sinagoga de 'Cafarnaún. La causa de sus lágrimas era la enfermedad de su hija, ·una jovencita como una flor, a la que él quería con deli- · rio. Se acercó cuanto pudo a Jesiís y, poniendo en sus palfl– 'hras toda la ternura y toda la fe de que fué capaz, dijo así : -;Señor, mi hija está muriéndose. Ven, imponle las ·manos para que sane y viva. J airo hablaba entre sollozos, ;rápidamente, como aquel ,que ve a la muerte encima y quiere a toda costa ahuyen– 'tada. Jesús le miró con ojos de piedad. Aquel hombre le con– :movió C()n sus lágrimas y con su confianza, y por tínica ·respuesta, aceleró el paso. La multitud seguía en tropel, ansiosa de contemplar el ,.milagro que, a no dudar, iba a realizar en favor de aquel

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