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B A J O E L A N l L L O D E L P E S C A D O R 51 pasaje leído. Cuando terminó la explicación, se acerco autoritariamente al poseso y, con voz enérgica, dijo al de– monio: -Enmudece y sal de este hombre. El demonio, vencido' por aquella voz, y bien a pesar suyo, se dispuso a salir del cuerpo de su víctima, pero an– tes le sacudió violentamente y le hizo dar un grito horrí– sono que impresionó a todos los asistentes. *** Desde la Sinagoga Jesús se dirigió a casa de Simón. Por .las calles no se hablaba de otra cosa que del milagro. Simón iba materialmente pegado a su Maestro, y en to• das partes veía la posibilidad de alguna ·emboscada. Le parecía que aquellos espíritus arrojados tan valientemente del cuerpo del poseso estarían preparados para echarse, en el momento menos pensado, sobre su indefenso Maestro. Llegaron Jesús, Simón, .A;ndrés, Juan y Jacoho a casa, y al entrar oyeron gritos desgarradores. Era la suegra de Simón, que en aquel momento sufría un acceso de fiebre que la ponía fuera de sí. Sobre un ·jergón de paja, tendida en el suelo, cubierta con unas mantas y algunas pieles de carnero, estaba la en– ferma tiritando y quejándose amargamente. Jesús se acercó a ella, la cogió por la mano y la levantó. Ella, al verse lipre de la fiebre, loca d.e contento, se ,puso a servirlos. La curación de la suegra de Simón no quedó oculta. Al caer la tarde, la:, calles que conducían a la casa de Simón estaban llenas de gente que acudía al nuevo Taumaturgo en demanda de salud para sus enfermos.
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