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VII ¡/J OR las calles de Cafarnaún caminaban apresuradamen– te varios hombres y mujeres; era sábado, y la hora . de la reunión en la sinagoga estaba a puntó de sonar. Por todo el pueblo se había corrido la noticia de que aquel día estarían presentes a la ceremonia Jesús de Nazaret, Si– món, su hermano Andrés y los dos hijos de Zebedeo, Juan y J acobo. La expectación era, pues, muy. grande. Era la sinagoga de Cafarnaún amplia y recién construí– da de cal y canto, y su edificación sobresalía de todas las demás por su majestuosidad, ya ·que los otros edificios eran pequeños y hacinados unos a otros. Desde el lago se la distinguía perfectamente, y durante el día seryÍa a los pescadores de 1 punto de referencia para entrar. en el puerto. Constaba la sinagoga de una .am'.()lia sala rectangular, con cabida para quinien~as personas. .Su distribución era por demás sencilla. · A un .lado estaba la gale;rfa de las ce– losías, así llamada por estar sepa1:ada poi· esta clase de. en– rejado del resto de Ia sala, y era ocUlpada ~or las mujetcs y los niños. En el testero estahari el simto armario donde se guar'daban los rollos de la Ley y una gran mesa sobre la que se co}oéaba una arqueta' que conten:ía los volúmenes de la Ley: Alrededor de la• mesa, sentados en 1>equeño!1 4

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