BCCCAP00000000000000000000913
46 SILVERIO DE ZORITA atención. El ccBautista» le miró fijamente y pareció inmu– tarse. De pronto, de sus labios, resecos por el· aire del de– sierto, salieron estas palabras : -He aquí el Cordero de Dios, he aquí el que quita– los pecados del mundo. El misterioso 1 personaje del cual tales alabanzas decía: el ccBautista» era Jesús de Nazaret, hijo de José y de María~ Andrés y Juan, intrigados ·por las palabras del ccBau– tista>), siguieron de cerca a Jesús, el cual, sintiendo detrás de sí pasos y murmullo de palabras, se volvió y vió a los. dos jóvenes que le seguían. -¿Qué huscáis?-les preguntó afablemente. Andrés, animado por aquel tono de voz, le contestó :– -Maestro, ¿dónde :vives? -Venid y lo veréis-fué la contestación de Jesús. Juan y Andrés le siguieron como atraídos por un imán misterioso. ¡ Eran las cuatro ele la tarde cuando conocieron a Jesús r Andrés regresó a casa muy preocupado. Jonás lo notó, pero nada quiso decirle. Conocía su buena índole, y sobre· todo, sabía ele sus frecuentes visitas y aun de su alista– miento como discípulo del ccBautista». Andrés se aco8tÓ pronto, pero no l?udo dormir. La mi- , rada de Jesús le había impresionado profundamente. El ccBautistai), el gran profeta, había dicho palabras miste• riosas refiriéndose a Jesús. Le había llamado Cordero de Dios, y Andrés trajo a su imaginación la escena repetida todos los años en la· fiesta de la Pascua. Veía al cordero sin mancilla degollado, asado, puesto sobre Ja mesa, devo-• rado por toda la familia... y, sin poder reconciliar el sue– fio, trató de encontrar alguna analogía entre las ¡rnlahraB . del ((Bautista)) y la cena pascual. Camado de tanta ca,-ib-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz