BCCCAP00000000000000000000913
38 SILVERIO DE ZORITA extremo bondadosa y caritativa. Siempre que paso junto a su casa, me ofrece un vaso de leche o algunas frutas· secas. -Eso es precisamente lo que a mi me ha encantad•, y acaso Y ahvé se haya servido de esto para que yo me fijase en su hija. -Siempre la :voluntad de Y ahvé es la que debe presi– dir nuestros actos, y a veces se manifiesta en cosas al pare– cer tan insignificantes que casi pasan desapercibidas a nues– tros ojos. ~fo gusta tu elección, y pido a Yahvé que sea tan amable como Raquel, tan sabia como Rebeca y tan fiel y de larga vida como Sara. -Yahvé oiga tu súplica, padre mío-terminó diciendo Simón, * * * Llegó el día de la boda. La hija de Samuel, acompa– ñada de sus amigas más íntimas, se preparó para recibil: al joven Simón. En la cabeza una corona de flores natu– rales, el rostro muy acicalado, los ojos resplandecientes por el excesivo colirio, los cabellos y las uñas pintadas, y cargada de collares y brazaletes, esperó la llegada de su 1 prometido. No tardó en oírse en la calle un griterío in– menso. « j Que viene el esposo!, ¡ que viene el esposo'!>> La novia se ruborizó un poco, y sus amigas la hicieron al– gunas observaciones y la insinuaron algunos pequeños de- . talles referentes al atavío. Por fin llegó Simón, coronado de hojas de palmera y acompañado de sus amigos. Inmediatamente se organizó el nupcial cortejo. Delan– te iban las amigas de la esposa, elegantemente vestidas. En las manos llevaban lám 1 paras de barro para cuando llegase la noche iluminar las calles. Seguían los desposados acom– pañados de sus familiares, entre los que sobresalían por su
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz