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B A J O E L A N l L L. O D E L P E S C A D O R 37 Simón no 'Pudo menos de sentir en el alma aquella tris– te confesión de su padre, y apenas si tuvo fuerza· para di~ simular su pena. Sus ojos enjutos y sus piernas fornidas le fallaron por primera vez desde que era hombre. Miró a su padre y, con la energía en él característica:, le dijo: -Padre mío, haré lo que deseas: Mi casa será .tu casa; mis bienes serán tus bienes, y :mis hijos serán también tuyos. ¡ Quiera Y ah:vé bendecirme! 1 • -,Bendígate, hijo mío, como yo te bendigo-repuso J onás enternecido. Desde aquel día Simón foé, si cabe, más trabajador que nunca, consciente del papel que representaba en la casa, y su carácter impetuoso y-.enérgico le hizo esforzar.se más en el trabajo. Un día Simón llamó aparte a su padre y, un poco aver– gonzado, le dijo : -,Padre mío, quiero cumplir el deseo que no hace mu• cho me manifestaste, de que tomase esposa para perpe• tuar tu nombre sobre la tierra. Ya me he decidido a ello, aunque sé que mi determinación te ha de entristecer. --Sí que me entristece, hijo mío--repuso Jonás,-; pero es ley de la :vida, y no hay ;más remedio que cumplirla, y tú ya estás en edad de hacerlo. Mis ojos pronto cegarán completamente. El sol ardiente y el agua salobre del mar me han robado poco a poco la luz de ellos, y una vez tú casado, podré es})erar en paz ser llamado ? descansar con nuestros padres. Me parece, pues, muy bien tu determina– ción. ¿, Y sobre quién se han fijado tus ojos, hijo mío? --Sobre la hija de Samuel, el curtidor---'contestó Simón. -Me agrada tu elección~repuso Jonás-.-, primero por• que la joven es hermosa y recatada., dos ,cualidades muy buenas en toda mujer; y segundo, .porque su mádre es en
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