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124 SILVERIO DE ZORITA Pedro miró a todos con ojos escrutadores, por :ver si des– cubría al traidor para denunciarle y, si era necesario, allí mismo apresarle, Nada descubrió, Temiendo entonces gue él mismo 'pudiera ser el misefahle, preguntó a Jesús tem– blando: -¿Soy yo acaso, Señor? La pregunta de Pedro dió ammo a los demás para .ha- cer lo mismo. Hasta Judas Iscariote pregunto: -¿Soy yo acaso, Señor? ;....;Tú lo has dicho'--'<lontestó Jesús en voz baja. Pedro, deseoso de saber quién era el desgraciado que iba a cometer semejante crimen, hizo una señal a Juan, que es– taba cerca de Jesús. -.¿Quién es?-le preguntó c.on los ojos. Juan se inclinó sobre el pecho de Jesús.: -.¿Quién es, Señor? -Aquel a quien· yo diere este pan mojado. Y cogiendo un pedazo d'1 pan, lo mojó en la salsa· y se lo dió a Judas Iscariote, el cual, tragando el pan, se le:vantó rápidamente y salió. -.Lo que vas a hacer, hazlo '.{lrónto-le dijo Jesús, cuan– do Judas se disponía a cerrar la puerta de salida. Todos creyeron que le mandaba a comprar alguna cosa que Pedro y Juan habían olvidado. Cuando Judas 1 puso los pies en la calle era noche cerrada. Desaparecido Judas, volvió a renacer la calma entre loe comensales, y fué entonces cuando Jesús, tomando un peda– zo de ¡:ian en las manos, lo bendijo y lo ent:i:egó a sus dis– cípulos, diciéndoles :
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