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B A J O E L A N l L L O D E L P E S CA D O R 131 go sintier~:m el crujido de la puerta del huerto, que al.. guien abrió violentamente; después, l'll correr alocad(). de los otros apóstoles, que venían al lado de Jesús. Pedro, completamente nervioso, desenvainó la espada, A la luz de la luna reconocieron a Judas Iscariote, que venía al frente de un grupo de forajidos. Judas había dado esta señal a los que le acompaña.han, para que no se confundiesen : ; -Aquel a CJlÚen yo besare, ése es Jesús de Nazaret; co• gedle y conducidle con cautela. Fueron unos momentos de nerviosismo por ambas par• tes. Pedro arengaba a sus compañeros en voz baja, pegado materialmente a su Maest;o. Los enviados de los sacerdotes estaban con miedo, •pues sabían que Jesús no era un hombre vulgar. En esta indecisión, Jes1ís preguntó: -.¿A quién buscáis? -A Jesús.Nazareno-'Contestaron algunos con :voz ronca. -Yo soy. Las dos palabras de Jesús fueron dos saetas de muerte. Todos cayeron en tierra como heridos por un ·rayo. Pedro creyó llegada su hora. Se abalanzó con su espada· en alto y se dispuso a hacer un escarmiento. Estaba ner– vioso. Una mezcla de miedo y de valor le tenía como clava– do en el suelo, sin acertar a tomar una determinación con– creta. En esto vió que Judas y los suyos se levantaron. Jesús volvió a preguntarles :: -¿A quién buscáis? -.A Jes1ís Nazareno-repitieron, esta vez con miedo. ··--Ta os he dicho que soy Yo; pero si me buscáis a Mí, dejad ir a éstos. Los a 1 póstoles habían formado un grupo compacto en tor• 110 a Jesús; por eso los esbirros no sabían aún quién era E'l
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