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XIX J ESÚS había sido condenado a muerte, había expirado en una cruz infame y había sido sepultado. Pedro, a pesar de sus negaciones, seguía amando a su Maestro como siempre; es más, su caída le había. hecho más humilde. j Cuanto más pensaba en El, más lloraban -sus ojos·ti La misma soledad a que estaba sujeto aumentaba su tristeza. Todos sus proyectos mesiánicos habían quedado encerra– dos en el sepulcro de Jesús. ·¡Todo había fracasado! Jesús estaba muerto, y él sin fuerzas para nada. Los tres años vividos en compañía del Maestro parecían un sueño. Sus ocu})aciones de pescador, las redes, la barca, la tranquili– dad de Cafarnaún, lo :veía tan lejos... Le parecía que la tierra se había tragado todo su pasado en aquelfos dos ,días... ¿ Qué dírian los vecinos de Cafarnaún cuando se ente• rasen? '¡Cómo se reirían de él!\ .. ·¡El, que había salido de -allí tan ilusionado.! 1 ·¡ Y su mujer!i r¡ Y su hija'!] ¿ Qué sería de ellas? 'i Cuántas lágrimas derramaron el día que se des– pidió!'... ·¡ Y cuantas estarían derramando ahora al sahei.• su fracaso'! 1 ... Jesús había sido un hombre bueno, como lo haliían s'ido Moisés y los profetas... Yah'vé le l1abía dado el poder de

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