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BAJO EL ANILLO DEL PESCADOR 14 -¿Por qué os turbáis, y por qué suben a :vuestro cc>ra– zón esos pensamientos? Soy Yo, :vuestro Maestro. ¿Aún no creéis que era necesario que en Mí se cumpliesen las Es– crituras que hablaban de Mí? Mirad mis manos y mis pies, y 1·econoced que Y o soy en persona y no una :visión. Pal– pad y ved. Los espíritus no tienen carne, ni huesos, como veis que tengo Yo. Pero ellos no acertaban a tranquilizarse y persistían en la idea de que lo que estaban :viendo era un fantasma. -;Ved mis manos y mis pies. Soy Yo verdaderamente..• Ante la incredulidad de los discípulos, Jesús no tuvo más remedio que acudir a una prueba contundente. Se acer– có más a ellos y les preguntó : ~¿No tenéis algo que comer? -Un trozo de pez asado-respondió Juan tímidamente. Habían comido aquel día peces asados, y en la des- pensa quedaban algunos restos. Medio pez en total. Aque• Jlos pescadores de oficio habían querido, sin duda, recor– dar los días felices de su vida de pescadores en aquella ciudad para ell'os tan ingrata. Jesús aceptó sonriente el pedazo de pez y lo llevó a la boca. [¡ Con qué emoción le miraron todos, y cómo se acor– daron de aquellos peces frescos, palpitantes, que en otras ocasiones le habían ofrecido junto al ligo de Tiberíades'!... -;La paz sea con vosotros-les dijo entonces Jesús. Y alentó sobre ellos : -Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis los pe– cados les serán perdonados, y a quienes se los retuviereis les serán retenidos. En aquel momento sintieron todos que en su alma se había realizado una extraña transformación. Las escenas

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