BCCCAP00000000000000000000913

150 SILVERIO DE ZORITA po muerto de su Maestro. El pueblo cree más a los solda– dos que a esos miserables pescadores, y, por tanto, la bur– da 1 patra,ña no ha de seguir adelante. En cuanto a ellos, poco o nada podrán hacer, pues lo que están esperando es que pasen algunos días para volverse a su región de Ga- ., lilea. Y después todo quedará olvidado. El muerto fué sin duda un embaucador de multitudes, pero ya sabemos lo que es la multitud, que lo mismo eleva a su ídolo que lo destrona. · El fariseo, sin decir más palabras, se despidió del gru– po, no sin antes inclinar reverentemente la cabeza cuando ' oyó que le llamaron Rabbí. * * * Aquel mismo día, por la tarde, en el cenáculo hubo gran movimiento. Los apóstoles, obedientes al Maestro, se dispusieron para emprender el viaje a Galilea. Llegaron a la ciudad de Jericó ya anochecido, y, gracias a eso, pasaron completamente inadvertidos. Donde sí lla– maron la atención fué en Cafarnaún., -¡Pobrecitos~exclamó, al verlos, una anciana-, bien que les engañó su Maestro !i ¡ Cuánto mejor hubieran es– tado pescando que detrás de ese hombre ! 1 ••• Cuando llegó Pedro 'a su casa, su mujer y su hija le recibieron llorando. - ¡Lo que hemos· sufrido por ti !'.-le dijo su mujer-. :¡_Nunca creí :volver a :verte !i -,No digas eso-repuso Pedro-'. No ha sucedido nada más que lo que el Maestro nos repitió tantas veces aún vi– viendo. Pero hoy estamos completamente tranquilos, pues le hemos visto resucitado...

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz