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B A J O E L A N I L L O D E L P E S C A D O R 151 -¿Qué me dices? ~Lo que oyes. Esta es la razón de venir a Galilea. Lo hacemos por cumplir la orden que Él nos ha dado. -¿Pero eso es verdad? -.No te engaño. Ha resucitado; le hemos :visto muchos y ha comido con nosotros. -.Todos te recuerdan aquí. Desde que tú y tus compa– ñeros os ;fuisteis, la pesca ha sido peor y más escasa. Creo que no estaría mal que volvieses a tu oficio. Si el Maestro ha resucitado, como tú dices, Él sabrá arreglarse solo para defenderse de sus enemigos. Pedro no quiso decir nada a su mujer. Subió al terra– do y allí :vió las redes tendidas al sol, como él las había de– jado. La harca la tenían algunos vecinos por un pequeño alquiler. El día •pasó entre emociones y recuerdos los más deli– cados, pues su mujer e hija apenas le dejaron un momen– to solo. *** Al día siguiente, por la tarde, Pedro fué a buscar a al– gunos de sus compañeros. Encontró a Tomás, a Natanael, a Jacoho, a su hermano Juan y a otros dos discípulos. Al :verlos, les dijo : ~Voy a pescar. Los compañeros, por no ser menos, y, sobre todo, por no quedar aquell'a tarde solos entre la gente curiosa, que no dejaba de hacerles preguntas sobre los acontecimientos de Jerusalén, dijeron a Pedro : -.Nosotros vamos también contigo. No lo esperaba Pedro, y se alegró de tener compañía aquella noche en el lago.
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