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B A J O E L A N .l L L O D E L P E S C A D O R 105- :rnrás, no robar~s, no levantaras 'falso testimonio, no harás, dafio a nadie, honra a tu padre y a tu madre.... El joven sintió una alegría grande al oír aquello; Jes1ís. no le pedía mucho, y, con un 8:ire de satisfacción y de or– gullo, muy propio de sus años mozos, replicó : -,Maestro, todo eso que t{1 me dices lo he guardado yo . desde mi niñez. Hacía tiempo que Jesús no se encontraba con un alina tan delicada como la de aquel adolescente, y le amó con :¡:nedilección. ' ~Una cosa te falta aún--'le dijo Jesús--: vete a tu casa, ,vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás un te– soro en el delo, Juego ven y sígueme. El golpe .fué demasiado duro para aquel joven, criado en la opulencia y el regalo. Se puso triste. No tuvo valor para ser generoso, y se avergonzó de seguir a Jesús. Apro– vechando el cruce de una bocacaUe, desapareció de la 1Jre– sencia ele quien tanto le había amado. Cuando Jesús :vió que el joven había desaparecido, S{f volvió a los apóstole~ y les dijo t:ristemeilte : -- ¡ Qué difícil es que entren en el reino de Dios lo., que tienen riquezas'! ¡ Es más fácil que un camello pase ,por el agujero de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos!... La. sentencia fué desconcertante para algunos de los qu~ seguían a Jesús conservando aún el corazón pegado a sus :i:iquezas; en cambio, ,para Pedro fué una verdadera reve– lación. El reino. mesiánico .sería preferentemente de los que Jo dejasen todo, poco o mucho, por seguir a Jesús. -Maestro-dijo Pedro ,muy gozoso,-, nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido. ¿Qué nos vas a dar en pago de esta :renunciación?

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