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B A J O E L A N l L L O D E L P E S C A D O R 103 Pedro quedó sorptendido; ¿A qué obedecía aquella ex• traña mudanza? ¿No acababa de decir a sus parientes que no subiría a J,a fiesta? El viaje lo hicieron de rigúroso incógnito, y al dejar definitivamente Galilea no pudo menos de quejarse de aquellas ciudades para él tan queridas y en las que tantas maravillas había hecho. Al verlas tan frías y tan duras para convertirse, sin poder disimular. su pena, abrió los la– bios y: pronunció estos terr.ihles anatem.as : - j Ay de ti, Corozaín !· ¡ Ay • de ti, Betsaida ! Porque :si en Tiro y en Sidón, ciuda·des paganas, se hubieran he– cho ]os milagros que se han hecho en vosotras, mucho tiem– po hace .que hubieran hecho .penitencia en saco y en ce– niza. Así, .,pues, os digo que. Tiro y. Sidón serán tratadas non menos rigor que vosotras en el día del juicio. Y tú, Cafarnaún, ¿te levantarás hasta el.cielo? Hasta .el infiei·no serás precipitada; porque si en ~odoma se huhiernn hecho los milagros hechos en ti, hasta hoy subsistiría... Así, p~es, •os· digo que el país de Sodoma será tratado con menos ri– .gor que tú en el día del juicio. · La impresión .gue ~stas: palabras produjeron en los a!pÓstoles fué desastrosa. Pedro., que tanto· cariño tenía guardado en Cafarnaún, allí estaban su casa, su mujer y ·su hija, sintió al oírlas como si le dieran una bofetada. -;Cafarnaún-pensaba-, j comparada nada menos que eon Sodoma, la ciudad nefanda! ¿Qué digo, comparada? j Pospuesta a la ciudad pecadoraT ¡ Y aquel parangón lo hacía Jesús, el hombre más santo y más bueno de i~ .tier~al Siguieron los wpóstoles a lo largo de la cuenca deJ Jor-. •dán, oprimidos por las palabras de Jesús. Al IÍegar a nria aldea; los· niños, enterados de· que el Rabí ..lest1s había :Venido., acudieron én tropel ·· para verle

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