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P. VIÑAYO que le arroba en visiones sublimes y le infunde divinos ensueílos. Muy grande es su ·dicha, su gozo es inmenso. Abrense a su vista resquicios al cielo, y absorto se queda en celestes celajes envuelto. ¿ Qué pasa en la celda del joven Antonio? ¿ Qué luces y aromas la están envolviendo? Entre nimbos de vivos cambiantes querubines graciosos y bellos el espacio volando atraviesan, de su Rey componiendo el cortejo. Circundado de rayos deíficos destácase en medio de la angélica turba radiante, un Niño· pequeño tan hermoso, atrayente y divino que parece la cifra, el compendio, el origen de todo lo grande, de todo lo bello. De sus ojos lanzando dulzuras, de sus labios sonrisas vertiendo, de sus manos sembrando mil gracias, se le acerca, anhelante, risueño,