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FIBRAS DEL AI,MA a entonar canción tan dulce y tan bien ejecutada, que i=l ruiseñor al oírle, quizá sin quizá pensara, que su canto no aprendido remedárselo intentaba. Y así redobló sus trinos de sonora consonancia; y fuéi de sus tiernas trovas tan copiosa la abundancia, que San Francisco no pudo, rendida ya su garganta, acompañar por más tiempo a sus arpegios y escalas. Ya eran poco más o menos dos horas antes del alba, cuando el Santo al ruiseñor con ternura así le llama : « ¡ Ven acá, rey de cantores ! ¡ ven, hermano !.. . ¡ qué bien cantas ! ¡ cómo alabas a mi Dios con tus músicas variadas!» El ave llena de gozo a sus manos voló rauda a recibir las caricias de aquellas manos llagadas. ¿ Cómo contar los halagos, los mimos, las alabanzas 223
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