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·p. VIÑAYO mis continuas y férvidas ansias ya saciadas con bien tan perfecto ; las fatigas de toda mi vida ya trocadas en dulces veneros de alegrías sin fin, de ternuras y gracias sin cuento, de gozo profundo tierno llanto mis ojos vertieron. ¡ Qué feliz, Dios mío, qué feliz me siento ! Parece mi vida de querube dulcísimo ensueño... , y soy como el ángel, que postrado te adora en el ciefo... y soy cual María que te llama a este mundo de nuevo, y con dulces reclamos te obliga a venir a morar en el suelo, y te estrecha, amorosa, en sus brazos, y adormece y arrulla en su seno. ¡ Qué gratos Íllstantes !. .. ¡ Qué sublimes momentos aquellos !... Cuando al tierno y sonoro reclamo de mi pávido y débil acento, descendiste a posarte en mis manos, de riquezas lleno;