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Con esto no se quiere absolutizar ni canonizar las comunidades indígenas. Los indígenas no son mejores ni peores que la personas de la sociedad occidental, lo que es mejor es su estructura comunitaria, su sistema, pues mientras el nuestro tiene muchos gérmenes de podedum– bre, el de ellos está cargado de muchos gérmenes de vida. 26 Los indíge– nas a través de estos valores que ellos viven (P 1164) se convierten primeramente en evangelizadores nuestros (P 1147). Es decir, tanto a los misioneros que conviven con ellos,2 7 como a la sociedad occidental y a la iglesia, muestran valores del Reino. Así nos evangelizan y apuntan caminos nuevos para nuestra sociedad occidental. Valores que esta busca alcanzar, a veces incluso por medio de la violencia, las comunidades indígenas los viven en el día a día con una simplicidad que pasan desapercibidos frecuentemente a los ojos ajenos. No ignorarnos que "también en el hombre indígena hay signos de la sombra del pecado que bajo diferentes formas de egoísmo común, obstaculizan la plena realización y auténtica integración de esos valores humanos". 28 2.3.2. El proyecto amerindígena amenazado de muerte por la cultura occidental dominante Si dando vida es el modo como Dios se manifiesta y como se hace presente en medio de los pueblos indígenas a través de muchos 26 "La diferencia está en el sistema sociopolítico y económico, en la comunión vivida por todos y en el compartir practicado día a día. Para nosotros, el sistema carga,gérmenes de podredumbre, aunque existan personas y grupos que buscan transformar esa situación por la justicia y por el amor. Para el indio, para el Myky, el sistema trae en sí las simientes evangélicas, aunque existan siempre personas y grupos que, de cuando en cuando, quiebran esa armonía por actos de injusticia y de desamor'': E. A. RONDON AMARANTE, As bem-aventuranr¡as do povo Myky, Vozes -CIMI, Petrópolis 1983, 7-8. Los subrayados son de la autora del libro. 27 "Mucho es también lo que los misioneros debemos a los barí. No solamente admiramos sus valores o experimentamos la alegría de vivir en sus comunidades nuestra vocación. Ellos han cuestionado algunas de nuestras concepciones y las han hecho madurar. Hemos podido leer en su vida y en su cultura valores que han enriquecido la nuestra": G. AL V AREZ,Experiencia misionera entre los barí, en Nuevamérica, Segunda Epoca, n° 7 (1986) 22. 28 Y-YUCA-PIRAMA. en o.e., 58. 69
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