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226 CORRESPONDENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO mente, pues la primera necesidad que sentí fué de unirme al Divino Niño y a sus divinas operaciones para glorificar a Nuestro Señor Celestial Divino y apoderarme de sus méritos, etc., para merecer una unión más íntima con todas y cada una de las divinas Personas; lo que entiendo se ha cumplido y que si antes me consideraba templo de Dios (aunque indignísima), hoy con más perfección y con esperanza de serlo cada vez mejor. Puedo, pues, repe– tir: Parvulus natus est nobis, Filius datus est nobis. 2.-Antes del 24, debió Nuestro Señor favorecerme con le entrega y po– sesión de Sí mismo, pues recuerdo que uno de los días próximos al final de mi retiro mi alma brincaba de contento, y no pudiendo gozar a solas, se fué a buscar a V. R., mejor dicho, dirigiéndome a mi Padre repetía: "Dios es mío; que sí, que sí, que Dios Uno y Trino es mío; no lo busque en otra parte que aquí está y es mío, es mío...", hasta que me di cuenta y procuré moderar el entusiasmo. Otro día, hacia el 20, no sé lo que me pasó: toda la corte celestial me parecía poco para celebrar el misterio que se iba a cum– plir en mi alma, y que no era otro que estrechar la unión contraída con el Verbo. La actividad que desplegaba mi alma y las energías que poseía, fué .verdaderamente pasmoso; pero lo extraño del caso es que después de palpar los preparativos, no vi cómo se cumplió el misterio. Además, las santas de mi devoción que invoqué para que asistieran a la función, mostráronse gene– rosas para darme las virtudes que poseen y avalorar mis pobres plegarias con :m intercesión, etc., pero, en cierto punto, incapaces para socorrerme, y que– dáronse todas como en los atrios del cielo luminoso o cámara divina, donde mora mi alma. No asi los santos Angeles, quienes parece poseen más medios o aquellas perfecciones que mi alma necesitaba y reclamaba. Entendí y entiendo que mi Dios querido por sola su misericordia y para rns altos fines, ha tenido y tiene la inconcebible bondad de favorecerme sin– gularmente con las comunicaciones peculiares del Padre y del Verbo, o en otro término, con una participación alta de sus operaciones íntimas, espe– cialmente las de su entendimiento; y que éste es el cielo luminoso en cuyos atrios se quedaron muchos santos y santas en humilde acatamiento, signifi– cando que mientras vivieron en la tierra no les fué concedido el privilegio de penetrar en la cámara de referencia. He dicho "estrechar la Unión", porque todas las veces que pedí al Padre la mano del Verbo (cumpliendo una de las penitencias), recibí la respuesta. que ya la poseía, que ya era esposa del Verbo; y por esto, no la mano, sino

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