BCCCAP00000000000000000000899

220 CORRESPONDENCIA DE LA M, ANGELES CON EL P, MARIANO divino para mi alma, y con asombro vi el siguiente día que mi Padre se ocu• paba de la vara de Jesé y su Flor divina, mientras se imponía la Señora a mi alma como un ser de luz o una belleza semidivina, luminosa, especie de espejo, y en su seno, impreso con admirable perfección, el Verbo de Dios, que el Pa– .. dre engendra en el suyo divino, requiriéndome para que a mi vez refleje el Pensamiento, la Palabra, la Imagen divina de Dios y lo posea a imitación de la Señora. Me establecí en el seno de la Santísima Virgen, mejor dicho, tomé nueva posesión de este santuario para compartir la vida del Verbo En– carnado en María, por María y con María. Mas apenas me dió tiempo para detenerme en la Señora, pues el Verbo de Dios se impuso como otro espejo infinitamente rico que refleja la infinita bondad y perfecciones divinas del Padre para que le imite y comparta su vida y operaciones inefables, especial– mente su correspondencia al Padre divino. En fin, tantas cosas que no es po• sible traducir o trammitir al papel. La intensidad de la contemplación perjudicaba cada vez más a mi bruto y lerdo compañero, y recordando lo que hacía dos o tres días veía más claro respecto a la voluntad de Dios y de la Virgen acerca de mis destinos y con– tinuación en el cargo de Abadesa, me sentí movida a pedir alivio en mis pa· decimientos físicos, o si no fuerza para sufrir en pie y sin perjuicio de mi vida espiritual, lo cual es muy difícil por mi modo de ser, o sea que el alma desampara el cuerpo y descuida demasiado de lo que a éste concierne; y de aquí los grandes trastornos que padece el organismo y su vida de muerte o de agonía. Entendí que me sería concedido el alivio, pero en lugar del alivio me puse mucho peor y pasé la noche malísima. Pero ni esto ni la extraña manifes– tación del padecimiento que roe aquejaba me desconcertó, porque recordé lo que me ocurrió a principios de octubre de 1906, cuando, habiéndome ofrecido la Santísima Virgen mejoría, enfermé gravemente y roe vi a las puertas de la muerte (1). Sin embargo, por si acaso sufría ilusión,. me resigné y acepté la muerte, si era ésta la voluntad de Nuestro Señor. El día siguiente empecé a aliviarme, y, aunque no estoy bien, desde el domingo asisto a los actos de comunidad y espero que Nuestro Señor y nuestra Madre Purísima me con– cederán una de las dos gracias, la fuerza o el alivio para padecer en pie y no molestar ni preocupar a la comunidad, quien teme que me voy. a morir pronto. 3.-Muchas cosas quisiera decirle, pero me cuesta la cuenta de conciencia (1) Véase la Autobiografía, págs. 293 y sigs.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz