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'218 CORRESPONDENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO 3.-Se me olvidaba decirle que antes de penetrar de nuevo en la cámara luminosa, divinísima, me sentí fuertemente impulsada a adherirme a mi ama– dísimo Padre y vida de mi alma lo más íntimamente posible, a unirme e identificarme con V. R. y perderme en su seno divinamente, como si Dios. Nuestro Señor quisiera resarcirse por este medio de la influencia que me ha– bía trabajado contra la dirección, como había querido resarcirse con mis ge– midos, humillación, contrición, llanto, etc., del asentimiento que di a las de– más sugestiones y de las rebeldías de mi voluntad. Todo lo lloré. Por esto, Padre mío, las recriminaciones de su apreciable de ayer no me han lastima– do, pues de antemano me arrepentí y reparé las faltas cometidas; ya había también calculcado a la ingrata y miserable criatura que V. R. persigue, que ya no está en mí, la dejé y abandoné definitivamente el 2 de diciembre, pre– vios muchos torrentes de lágrimas, que arrancó a mis ojos la amorosa con– trición y el deseo de cumplir enteramente la santísima y adorabilísima vo– luntad de mi Dios y de mi Padre. 4.-También se me olvidaba que el primero de los corrie'ntes, después de , mandar al correo mi última, o sea por la noche, sufrí una buena tormenta. Creí que se había derramado en mi alma el cáliz que aprendí me esperaba, pues todo era desesperación. La dirección se presentaba como pamplina; las. visiones y demás favores recibidos y que puede concederme Nuestro Señor, lo mismo: una serie de ilusiones y entretenimientos y nada más, y que lo que debía hacer y me interesa era pensar en el tiempo perdido en hablar, escribir y obedecer, eté., y llorar los pecados cometidos y vivir sólo para Dios y mi santificación y nada más. Todo lo veía negro. Se disipó la tempestad sin saber cómo, y posteriormente lo he pasado tranquila y perfectamente resignada en la voluntad de mi Dios para que dis– ponga de mí como le plazca, suplicando, eso sí, que no permita que le ofenda en lugar de procurarle gloria, lo cual temo mucho. Y nada más por hoy, Padre mío. Dígnese absorber mi alma en la suya en nombre y en unión de Dios Padre, en quien hallo hoy a V. R. como el día que se me impuso el Entendimiento divino identificado con mi Padre para obrar sobre mi alma, o reflejarse en la forma que obra y se refleja sobre su propia divina Esencia para engendrar al Verbo eterno. Absuélvame, Padre mío, de todo, de todo, y bendiga a su agradecida hija, que besa sus pies y manos, Sor Angeles.

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