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CARTA CCI, 4 DICIEMBRE 1920 217 pruebas de ello y .continúa dándomelas cada vez mayores. He orado todas las cartas que me escribió hasta el 20 de noviembre, despacio y repetidas ve– <:es y con mucho provecho. No puedo manifestar mis sentimientos y apren– '9iones, solamente le diré que mis contemplaciones t,odas van como a perderse en el Verbo de Dios Encarnado, quien se muestra cada vez más claro, y aun– que no he orado todavía las cartas que a El se refieren directamente, orando las precedentes, ha sido mi alma adaptada con disposiciones especiales para <:ontemplar al Verbo y procurarle la gloria que de su vil esclava espera. Pa– réceme que me ha co:nvenido mucho repetir la oración de las diez cartas primeras para orar con más fruto las posteriores y asimilarme mejor su doc– drina divinísima. Por el momento me encuentro en la divinísima cámara donde mora m_i Dios Verbo, asociada a la mirada y contemplación y demás operaciones divi– nísimas del entendí.miento de Dios y favorecida con sus divinos influjos, ad– herida al Verbo para el doble fin de recibir la vida y. perfecciones divinas del Padre, especialmente su sabiduría y amor, y devolvérselo con ventajas de gloria. 2.-Parece que mi Dios querido, como luz e inteligencia increadá~--iñfi– ta, divinísima, inefable, tiene empeño especial en apoderarse de mi alma, informarme en sus divinas operaciones y cubrirme y favorecerme con las .infinitas virtudes y riquezas que encierra su mirada divina simplificadas y personificadas en el Verbo, pues me atrae con fuerza soberana y no puedo sa– lir de su seno donde me enc.uentro en mi centro y soy feliz, aunque mi cuerpo padece una penosa agonía desde hace tres días cada vez más intensa. Es la causa que mi oración o vida de unión con mi Dios y vida mía es un continuo gemido y ansia divina, cuyo gemido agota mis fuerzas físicas. Creo que ·pron– to será mi alma arrojada o derramada en mi Dios Verbo que me llama, pues, aunque lo posee y estoy a El adherida, estoy llamada a establecerme en El por modo especial, pero en el seno de la Divinidad, aunque se me muestra en su doble naturaleza. Mi Dios Amor me acompaña y ayuda a orar, .amar, et– cétera, pues todo se consuma en su seno amoroso, en su Personalidad canden– te, y El es quien produce los intensos ,y amorosos gemidos con que responde mi alma a los soberanos y misericordiosos influjos de la Divinidad, cumplién– dose en mí cada vez con más frecuencia la santa Escritura, que dice: Et Spi– ritus et sponsa dicunt: veni; veni, Domine Jesu (1). (l) Apoc., XII, 20.
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