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204 CORRESPONDENCIA DÉ LA M. ANGÉLES CON EL P. MARIANO podido hacer algo más, y ha desaparecido a:quel no querer nada, nada, ni abrazos, ni consuelos, ni desposorios, ni cantar, ni llorar, sino padecer pronto todo lo que hace falta, beber el cáliz del desamparo divino y morir. Ahora ya me entra algún deseo de saborear las notas inefables del epitalamio, aunque no pueda cantarlo, que ganas de cantar no tengo; se me quitaron hace mucho tiempo. Lo demás de sus apreciables cartas del 25 y 26 lo hice ya los días an· teriores, pues en los actos de identificación con la Verdad divina, etc., le pedí al Verbo que informase mi vida, y los elementos contrarios serían destruídos: la mentira, la ignorancia y el pecado, por ejemplo. 4.-0rdinariamente mi alma se adelanta a practicar los actos que V. R. me manda, pues en cualquiera de los atributos divinos, potencias de Dios, y de sus operaciones, veo a todo Dios, y su vista o presencia inspira en mi alma las virtudes, afectos y efectos que se atribuyen a distintas perfecciones, poten– cias y relaciones de Dios. En la unión, por ejemplo, con el entendimiento di– vinísimo de Dios siento la presencia: a) del ser divino como principio de fuerza o fuente de la vida divina; b) de la unidad infinitamente íntima en la infinita variedad de perfecciones divinas que entraña la divina presencia; e) la virtud o fuerza generadora, o sea el poder generador de Dios, del en– tendimiento divino que fecunda la Verdad infinita que mira, ve y comprende y reproduce en la Imagen divina que concibe o engendra, o sea la Genera– ción eterna, más el Amor que acompaña las operaciones del entendimiento y, por consiguiente, la Procesión del EspÍritu Santo, que comprende todos los actos, vida y afectos de la voluntad de Dios. En una palabra, en el Ser divi• no veo, o se me muestra, el entendimiento de Dios abismado en la contem– plación de sí mismo; y en la simple y eterna mirada o contemplación inefable de Dios se me muestran los infinitos misterios que en ella se cumplen con el mutuo abrazo extátito de amor y estimación divina, infinita, delirante, y, según el modelo divino que mi Dios me propone en sí mismo, procuro obrar, in– vocando el socorro del mismo Dios y Personas divinas. Yo no sé hacer otra cosa, Padre mío, y en saliendo de esta divina cáma– ra, de este santuario del Ser de Dios Uno y Trino y de la identificación con sus divinas operaciones, mi alma se muere, y si da alguna señal de vida, es para perturbar el silencio interior, pues se parece a una chiquilla inquieta, malhumorada, que no hace más que sufrir y hacer sufrir a cuantos viven con ella. Por esto todo cambio me cuesta una tempestad, mientras dura el tránsito; después, como siempre, voy a perderme en Dios. recobro la tranquilidad y el recogimiento.

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